Y allá van los dos personajes, devorados por el polvo del camino. Silvando bajito. Juntos en esa camioneta que apenas los contiene. Juntos como hermanos en desgracia. Don Guascor y Don Cramaco. Los que siempre salen a primera hora. “Con la fresca”, como dicen en el pueblo. Los dos personajes que siempre estarán en la interminable cinta asfáltica cuando recíen despunta el alba. Recorriendo la ruta que atraviesa las salinas, con destino a Tinogasta. Van a encontrarse con el “Riojano más odiado” (¡No!. ¡No se equivoquen, no es Menem, este riojano le ganó!). Don Guascor y Don Cramaco van a cumplir con su deber. Incorruptible, van a hacer respetar la ley de la V.O., cueste lo que cueste, caiga quien caiga. Condenados por el encargado a compartir la habitación, nuestros dos personajes van a Catamarca. Pero lo que el encargado no sabe, es que los años no pasan en vano, y Don Guascor y Don Cramaco se han puesto de acuerdo en cumplir una ley a rajatablas: “Nadie invade el sueño sagrado del otro”. ¿Cual es el secreto de esta relación perfecta?. Empieza en la cena. Con un ¾ tinto alegremente tomado por cada uno, siempre acompañado de soda y cubitos. Adobaditos se van a la habitación, y en la penumbra de la pieza, sacan sus “Armas secretas”. Don Guascor despliega sus mini auriculares anatómicos y pone una FM que lo arrulle mientras duerme y Don Cramaco, más humilde; pero no menos eficaz; saca el paquete de 200 grm. de algodón “Estrella” super y... ¡San se acabó!. ¡Problema superado!...
Tinogasta no duerme esta noche, pero la paz está sellada en esa pieza.
Moraleja: No hay gauchos que no hayan sabido limar diferencias cuando lo que se persigue, es el bien común. ¡Ahijuna!...
Tinogasta no duerme esta noche, pero la paz está sellada en esa pieza.
Moraleja: No hay gauchos que no hayan sabido limar diferencias cuando lo que se persigue, es el bien común. ¡Ahijuna!...
Tal vez Don Guascor y Don Cramaco generaron muchos gases y contaminaron la perspectiva. Podría ser un colorcillo de fondo menos emparentado con el abismo? Me recuerda a los ojos de la Chechu y me pongo malito.
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