Siempre está allí. Mirándome. Con sus ojos marrones claros clavados en mi espalda, cuando estoy comiendo en casa. Sea que desayune. Sea que almuerce. Cuando estoy comiendo, ¡y me doy vuelta!, la perra me mira. ¡Me es imposible no darle nada!. Mi hijo Leonardo me reta. Dice que la perra está gorda culpa mía. Que podría haber sido un hermoso animal y que yo la deformé. Franco, el novio de mi hija, dice que es un “Tranvía Articulado”. ¡Que groseros!. ¡¡No entienden de belleza!!. ¡¡Es que yo amo lo imperfecto!!. ¡¡Por eso adoro a Ryta!!.

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